EL CUENTO DE LA AGUJA

VASSILISSA, tan sabia como hermosa Y LA AGUJA

Volví a leer el cuento, para compartirlo con ustedes. Era uno de mis cuentos favoritos infantiles, dentro de un librito de cuentos rusos que en algún momento desapareció. Después (mucho más tarde) leí la versión y la interpretación de Clarissa Pinkola, la muñequita como la intuición femenina y la herencia que pasa de madre a hija, un legado que corre por vía matrilineal y que debemos aprender a oír y a alimentar, para que nos cuide. También me gusta su lectura del pago de humildad a la bruja (la cuarta luna, la anciana sabia). 

Este cuento incluye también unas labores, como la separación de distintos tipos de semillas, que recuerdan sospechosamente las tareas de Psique, quien a diferencia de Hércules que usa la fuerza bruta y por eso se tarda tanto, se hace ayudar por bestias menudas y un rosal. Y además es una versión femenina del mito prometeico de la búsqueda del fuego y la luz, así que es recomendable volverlo a leer (versión completa aquí). 

Esta vez, me llamó la atención, en este cuento de mujeres y sólo mujeres, la mención a las agujas y los alfileres. Las hermanas no necesitan ir al bosque –donde sabemos que ocurren las experiencias iniciatorias—porque las iluminan la luz de sus alfileres, la luz de sus agujas, como bien había previsto la madre. Lo que me remite a la antropóloga Mary Douglas (la misma del terrible De la souillure, certeramente traducido por Purity and danger), quien recupera la versión francesa del cuento de la Caperucita Roja (Estilos de pensar, ed. Gedisa 1998). Cuando el lobo se encuentra con la niña, le pregunta si va a irse por el camino de los alfileres o el camino de las agujas. Lo que ella elija no importa, pero la mención de estos instrumentos de costura (y aquí recuerdo la frase de Louise Bourgoise sobre las agujas, que sirven para herir y también para remendar) se refiere veladamente a los roles femeninos: los alfileres no tienen agujero, sirven para uniones transitorias; las agujas deben ser ensartadas y al emplearlas con pericia sirven para hacer uniones permanentes. Para confirmar esta relación, hay tradiciones que asocian los alfileres con el cortejamiento y la época del noviazgo. 

Al final del cuento, Vasilissa hila, teje, corta y cose (recordemos las Parcas o Moiras), es decir, pone en práctica esos instrumentos. Muchachas, ¡a sus agujas! De donde, sin querer queriendo, nacieron hace un año Miranda, muñeca de trapo, y su gemela oculta. No sé qué mensajes dirán al oído de mi intuición, pero coserlas y darles vida fue una preciosa experiencia levemente regresiva y llena de simpáticas sorpresas. Como tantos ejercicios creativos que nos recomendara  Julia Cameron

«I’ve always had a fascination with the needle, the magic power of the needle. The needle is used to repair the damage. It’s a claim to forgiveness.» 
Louise Bourgeois.

El libro completo Mujeres que corren con lobos.
(escrito el 31 de marzo, 2010)

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