Canada, Britain and Ireland among countries saying they may arrest Netanyahu
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[image: Benjamin Netanyahu. Photo: US State Dept.]
After the International Criminal Court issued an arrest warrant for
Israel's Prime Minister, Benjamin Ne...
NATIVIDAD MÍSTICA de Sandro Botticelli
Alessandro Botticelli pinta en 1501, durante las turbulencias de Italia
y la decadencia en Florencia, una ronda de ángeles que nos eleva hacia la
dorada luz del paraíso, y la renovación que promulgaba Savonarola. Volver a los
principios: a lo simple, a lo básico, la búsqueda de la paz.
Iglesia de San Felice in Piazza: Filippo Brunelleschi
construyó una escenografía teatral para una representación sagrada de la
Anunciación, en la que un coro angelical de muchachos alados giraba sobre una estructura
dorada en forma de cúpula, mientrad el Arcángel Gabriel descendía por medio de
winches, para saludar a la Virgen. No se excluye que el mismo Botticelli, de
muchacho, asistiera a una de estas representaciones sacras.
Por todos los huevos
Más específicamente,
me recuerda la lectura de El tigre en la
vitrina y la casa de mi tío-abuelo, que tenía una espaciosa biblioteca de
dos pisos, con grandes mesas para desplegar todo lo que se estaba investigando
al momento, y un apartamento privado en esa ala de su mansión, para las
investigaciones muy comprometidas. En su laboratorio en el sótano, el
tío-abuelo estudiaba el crecimiento de algas unicelulares, entre enormes
retortas y matraces de vidrio, llenos de distintas tonalidades de verde,
iluminadas luces fantasmales. Había también un armario lleno de chocolates de
todas las partes del mundo: mi tío-abuelo, que era un sabio, comía un trozo grande
cada noche, y cada vez que lo visitábamos nos ofrecía, recordándonos que el
chocolate amargo era bueno para los dientes; y además, conocía el remedio
infalible contra el hipo. En su mesa, los almuerzos eran formales, las manos
enguantadas legendariamente retiraban demasiado pronto el plato de mamá, privándola
de lo que más le gustaba de niña, lo que había guardado para el final. En el
jardín crecía y cargaba la única planta de Yaboticaba del país. Y en el salón,
por supuesto, había un huevo de avestruz. Siempre quise tener mi propio huevo
de avestruz, y secretamente esperaba heredarlo; en su lugar recibí la
Enciclopedía Treccani, que es una maravilla interminable (como el huevo), y de
la cual saltaban como naipes trucados, fotos con dedicatoria en blanco y negro,
de hermosas rubias a punto de tomar un tren.
Evolución musical
Escojo unas polifonías Aquitanias del siglo XII. Recuerdo la
capilla en Toscana, adonde íbamos con Francesca, hecha de piedra desnuda, los
capiteles apenas ornados (y el libro El
origen musical de los animales-símbolo, de Marius Schneider; la dedicatoria
de Victoria Cirlot en el diccionario de símbolos de su padre, sus elogios que
me llevaron al doble libro), recuerdo, sin sentirlo, el frío durante la misa en
diciembre, y afuera los cielos límpidos, los árboles que adornan los
cementerios: i pioppi. Primero recuerdo con la memoria teórica: porque sé que
los siglos se corresponden. Pero entonces el disco arranca, y de los cantos
surgen las paredes, es el proceso inverso. Qué curioso. Alrededor de esta
música sólo podían respirar esas piedras.
Polifonías tan austeras y despojadas de cualquier otra cosa
que no sea devoción monástica, en tiempos de cruzadas y templarios que aún no
se contaminan con la idea de fundar sociedades secretas para dominar el mundo
al estilo Dan Brown. Me hacen preguntarme cómo, en la historia de la música, se
pasó de esta expresión a misas tan ornamentadas como elaborados desserts que
brillan de caramelo sabiamente hilado: qué circunstancias sociales y artísticas
permitieron que la música sacra pudiera elogiar al Altísimo con creaciones crecientemente
sensoriales.
De Carlo Gesualdo y sus madrigales de amor maldito, trenzado
de voces en encaje; a la Pasión según San Juan, de Bach; el Mater del Réquiem
de Mozart, ese que el abuelo pidió para la hora de su muerte, y que finalizó
también los diez días más dolorosos de mi historia; a Arvo Paart y su
delicadeza nórdica.
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