Estos palitos (almost au naturel) no vienen del mar, sino
del desierto (que es un mar profundo o viceversa). Para mí son hermosísimos
tal y como están, pero parece que lo que es evidente para unos, a los ojos de otros
requiere un poquito de limpieza, en el sentido en que lo habría dicho
Michelangelo (modestamente): quitar simplemente la corteza, para que se haga
evidente el alma. Liberar a los esclavos.
Por supuesto, el reto consiste en re-elaborar el recuerdo del
viaje (palito, piedra, concha de mar, hueso, semilla… y lo intangible), jugar
con él a la metamorfosis, convertirlo en una obra propia, gracias al
comprometido proceso de colocar la propia alma en ello. Metáfora.
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