Pienso esta mañana que cuando me siento abrumada por
detalles domésticos, lo que siento es una zozobra existencial que no sé cómo manejar,
con la cual no sé cómo bailar. Me pregunto qué es lo primero que pienso cuando
abro los ojos al nuevo día que comienza, qué rituales y mecanismos uso para
reconstruir el mundo una vez más y mi puesto en él. Y pienso también en qué es
lo que me llevo a la cama y acaricio entre mis pensamientos, justo antes de
abandonarme al sueño. Estoy curiosa de saber qué piensas tú, como si con eso
pudieras darme alguna clave.
Arcadia termina, porque el verano da paso al otoño y hay que
dejar las hojas caer, pero es difícil evitar la nostalgia por esa savia y su
brillo de miel, ámbar y sol; y sobre todo la ligereza en el corazón, que crece
con cada golpe de viento y casi duele de felicidad y desconcierto amoroso.
Queriendo alargar el dulzor de la savia solar, alargo mi
mano con esta carta, a cada hora, y en mi mano se queda. El ángel de la
pertinencia me aguanta un ratito y me susurra al oído (a veces hace falta que aúlle,
y ni aun así, y no recuerdo si este aun lleva o no acento), me susurra que lo
que sucede en Arcadia se queda en Arcadia, exactamente como en las salidas de
campo, aunque luego era mentira y todo se sabía; y que así como pasó el verano
de Sardegna, cada uno lo vive y revive a su manera, no todos vivieron esta revelación,
esta epifanía es toda mía. Y tuya, si la oyes.
Arcadia es
un país utópico, un Jardín con jota mayúscula, el edén perfecto que todos hemos
construido alguna vez en nuestra imaginación, el refugio de la inocencia cuando
es fruto del sentido común y sobre todo mucho, pero mucho amor: cuando todo es
perfecto, en la cresta luminosísima de la ola. Una vehemencia que creía
desaparecida, ola más grande y potente incluso que el arrebol del amor. También,
aprendo es el asteroide número 1020, parecen cosas del pana principito. Para más
Arcadia, wiki: http://es.wikipedia.org/wiki/Arcadia_(poesia)
Atalanta era
una chica muy desenvuelta, tanto que fue la única mujer en la nave Argos,
capitaneada por Jasón que iba en busca del vellocino de oro y lo que hizo fue
encontrarse con Medea. Había prometido no casarse, y para hacer desistir a los
pretendientes, los retaba a una carrera, en la que siempre vencía. Quien la rindió
finalmente fue Hipómenes, gracias a la treta de dejar caer tres manzanas de oro
durante la carrera, una a la vez (demostrando que lo que ella necesitaba
aprender era a doblegar su propia prisa). Fueron muy felices juntos, y tanto se
amaron que los dioses, celosos, los convirtieron en leones. (ídem como arriba: http://es.wikipedia.org/wiki/Atalanta)
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