Hay acciones que repetimos cada día. Estas acciones tienen la tendencia de convertirse en mecánicas, pero podemos recuperar su sentido simbólico y convertirlas en rituales: alimentando a las bestias doy de comer a mis instintos; riego las plantas como quien nutre proyectos florecientes; al barrer el patio ordeno el mundo entero y actúo ese gesto que dentro de elaboración de los eventos permite limpiar mis pensamientos de lo que no es necesario (recuérdense las herramientas de elaboración que aparecen en el cuento de la Doncella Manca); desayuno y me ducho para atender el templo que es el cuerpo…
Entonces puedo fijarme en lo que me parece que falte y crear una acción cotidiana, un ritual que me encamine hacia lo que deseo invitar en mi vida.
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