Slevin & The italian job: Me encantan las películas de
ladrones ingeniosos y encantadores, perfectos gentlemen , reencarnaciones de Arséne
Lupin. Creo que mi abuelita diría que hacen buenos novios sólo sobre el papel o
la pantalla. (Cada uno lleva su propio caballo blanco, y esta idea no está
mejor ilustrada que en las historias de los raptos de Zeus, que sabía entender
de qué tenía que disfrazarse para seducirlas).
Volviendo a estas dos películas, deliciosas para pasar un
fin de semana tranquilo y sin complicaciones, tienen otro elemento en común: se
trata de una reverencia por la línea roja, la herencia del linaje familiar. Una
reivindicación del padre y todas sus circunstancias. En S7 hay padres, hijos, e
incluso un padre putativo. Padres que protegen a sus hijos, hijos que vengan a
sus padres. Hijos que se independizan del padre. En TIJob hay un padre real, un
padre putativo, la herencia en la sangre (lo que se hereda no se hurta), hijos
vengando a su padre. Y enriqueciéndose con ello, en todo sentido.
Interesantes puntos de partida para una reflexión sobre el
padre. Realmente me gustaría echarle el guante a ese libro que me presentó Gala
Garrido (gracias Gala), de mi amiga Louise Bourgeois: La destrucción del padre.