Arbol florido y salvaje

   
Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido, 
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado, 

Si para estar ahora enamorada
fue menester haber estado herida, 
tengo por bien sufrido lo sufrido, 
tengo por bien llorado lo llorado. 

Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido. 

Porque después de todo he comprendido
que lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.
 

          -  Santa Teresa de Ávila




O VIRIDISSIMA VIRGA



Ave, oh verdísima rama, que de
la airosa brisa de las oraciones
de los santos brotaste.
Así el tiempo ha llegado
que tus ramas hayan florecido; ave, ave a ti,
que el calor del sol ha sudado de ti
olor a bálsamo.
En ti la preciosa flor floreció,
la cual dio perfumes
a todos los aromas que estaban áridos.
Y ellos irradiaron todo
en pleno frescor.
Es por esto que el cielo dio rocío al pasto
y toda la tierra fue regocijo
porque su seno trajo grano
y porque los pájaros del cielo
construyeron sus nidos en ella.
Entonces la cosecha estuvo preparada
y hubo una gran alegría de banquetes,
y por eso, oh dulce virgen
no hay alegría si carecemos de ti.
Eva rechazó todo esto.
Ahora glorificamos al Altísimo.

          -  Hildegarda von Bingen


Cansado de todos los que llegan con palabras, palabras, pero no lenguaje
parto hacia la isla cubierta de nieve.
Lo salvaje no tiene palabras.
¡Las páginas no escritas se ensanchan en todas direcciones!
Me encuentro con huellas de pezuñas de corzo en la nieve.
Lenguaje, pero no palabras.

           -  Tomas Tranströmer




LA SALVAJE

Entra por la ventana
tantea el aire y repta
largos brazos verdes puntas sensibles
enloquecida cabellera de gorgona
alarga sus tentáculos
por las paredes
se retuerce sobre sí misma
detrás de los cuadros
enrollada en zarcillos anhelantes

Irrumpen lianas desbocadas crecen hojas oscuras
se descuelgan ristras de corolas blancas
cándidos anzuelos triunfantes
de profunda boca
muda

Gotas de resina pegajosa cristalizan
en las tapicerías coloniales
Llegan las filas de hormigas nerviosas
zumban los enjambres polinizadores
la zarigüeya enseña sus dientes puntiagudos
entre las hojas anida

Nuevas ramas sinuosas
empujan los cristales se enredan en las persianas
exigen más territorio
con frenesí de pulpo vegetal
imponen su reino de insectos

La invasión se consiente
por la ofrenda floral
cotidiana 

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