Cuándo y por qué.


Lunes, 15 de abril del 2013 (el primer día después de las elecciones)

Despierto el lunes en un país que se encuentra picado por la mitad, donde una mitad desconfía de la otra, y todos son vecinos. Parece un cuento de ciencia ficción. Parece una parábola, y todavía no hemos captado su significado. A las tres de la tarde, explotan dos bombas en la llegada del maratón de Boston. Me preocupo porque una amiga fue a correr. 



María Salomé y los TARAHUMARA.

Hizo malabarismos para cambiar su pasaje y poder votar el domingo sin faltar a su vuelo a las 11 de la mañana del mismo día. Aunque es una buena corredora y asumo que para el momento de las explosiones ya había cruzado la meta hacía rato, busco su nombre en una lista que ponen a disposición del público luego del incidente; no lo encuentro. Quizás llegó tarde al avión y tuvo que suspender el viaje, pienso en el Puente de San Luis Rey, los designios del Señor son inescrutables. En realidad ella corrió, el peor maratón de su carrera, lo que hizo que se atrasara peligrosamente. Está a seis minutos de la llegada cuando ocurren las explosiones. Mueren tres personas, incluyendo un niño de ocho años. En la Biblioteca John F. Kennedy, situada a unos cuatro kilómetros de la zona del maratón, se produce un pequeño incendio debido a un cortocircuito.






Por la noche recibo un mensaje en el que me piden orar: otra amiga se sintió mal después de votar,  se cayó, convulsionó, por la noche está hospitalizada en cuidados intensivos, en coma. Una meningitis que estaba incubando sin saberlo, sólo nos deja con la esperanza del milagro. Hablé con ella la semana pasada, por última vez. Nada tiene que ver con nada, no hay explicación. Al fin y al cabo tampoco conocemos las leyes por las que se rigen las condiciones climatológicas.





Afuera suena un gamelán nacional a base de instrumentos de cocina. Un concierto cívico, doméstico y pacífico que me hace de fondo musical mientras intento meditar sobre lo difícil que nos resulta aceptar la impermanencia.

Ay, Quasimodo, tienes tanta razón:

Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra atravesado por un rayo de sol, y de pronto es de noche.


La mejor patria es un jardín

Cómo se abrazan fracaso y triunfo

Cada hormiga con nombre y apellido

buenas cosas que hacer con libros

Del ADN de cada casa

Migajitas

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