TRES NUEVOS COMPLEJOS FEMENINOS PARA LA PSICOLOGÍA.


Revisa en cuál grupo te ubicas (se valen las combinaciones de dos o varios; shaken, not stirred; adornar con sombrillita de papel para hacer bonito):

Complejo de Reina Roja: 
Corre y corre y corre para poderse mantener en el mismo lugar. Inventa miles de proyectos y escribe miles de propuestas, a ver si alguna sale, y mientras tanto corre al médico, al mecánico, al odontólogo, al oftalmólogo, al ginecólogo, al banco; prepara de comer para niños y bestias, se olvida de comer, come cualquier cosa, come de más; cambia bombillos y pañales, riega las plantas, escribe a los amigos, escribe un poema, se interroga sobre su destino y su misión en la vida, tiene dudas, tiene pilas de libros por leer y montañas de ropa por lavar.

Compleo de Pippi: 
Tiene la convicción de contar con un cofre mágico repleto de una herencia que nunca se acaba, con la cual pagar todos sus caprichos. Es una trasgresora convencida desde la infancia e inevitablemente se enfrenta a las figuras autoritarias, ya que siempre quiere hacer lo que le da la gana (que nunca es lo socialmente aceptado) y se rige por leyes personales más bien que sociales. Sus preceptos de limpieza, estética y convivencia serán de lo más peculiares, todo lo cual justificará con los más curiosos argumentos y cierta dosis de humor, que no hacen más que esconder el gran dolor de sus pérdidas.

Complejo de Ariel (La Sirenita): 
A ésta, lo único que le interesa es una criatura de otro planeta, que no se le parece en nada, pero a quien se empeña en salvarle la vida y por quien está dispuesta a entregar lo más preciado que tiene, con tal de tener la ilusión de parecérsele y de regalársele. Puede llegar a una insistencia fastidiosa en este respecto, y las formas más severas de patología incluyen la convicción de una fatal sublimación por la vía de esta ordalía o sacrificio. Mientras tanto, no se ocupan de ningún asunto terrenal, pues les duelen demasiado los pies. 


PSICOPROFILÁCTICA DE FRACASOS



Primero perdí la luz de la infancia y sus poderes
perdí cinco casas gané en orfandad

el trabajo se fue muy largo al carajo
otro me dejó un anillo al dedo
con táctica de venado se me desvaneció
mi gemela favorita
para no perder la costumbre te conocí
entonces la pérdida fue cotidiana
y completa

(Cuida tu sed atiende
cuida tu hambre
un hambre buena no se encuentra
a cada mal paso)

Shackleton zarpó el Apolo 13 despegó
los jamaiquinos decidieron competir
en olimpíadas de invierno
yo me senté al telar para esperarte
rodeada de cajas y restos de mudanza
a medio témpano flotante desolada
sin saber qué instantánea salvar del cataclismo
qué talismán del álbum de emergencia
era el momento de afeitar las barbas
llorar los perros seguir andando

(Tú, -que nunca conociste las maneras
todas en que te amé con qué fervor
fuiste mi dueño y te serví
tú que nunca supiste-
fuiste mi victoria mayor)



MANZANA Y VIOLACION



A veces tenemos la ilusión de estar a salvo de aquellas obsoletas maneras de pensar. Pero entonces una camarera de hotel decide hablar, y nos toca volver al viejo mito edénico.
Lo interesante es que se nos obliga a mirar un evento tristemente frecuente pero negado, ignorado, pasado por alto o por debajo de cuerda, agachadito, debido a que esta vez el personaje protagonista tiene una elevada trascendencia política. O tenía.
Ahora resulta que algunos partidistas de Dominique Strauss-Khan acusan a la camarera de haberse casi dejado violar, con oscuros propósitos:
Ella no es la víctima, es la principal sospechosa: siempre hay que dudar de la integridad de la mujer, especialmente si denuncia una agresión sexual. Me sorprendió que sus vecinos corroboraran, con las mejores intenciones, que se trata de una mujer discreta, sin lo cual no tendría derecho de reclamar nada. Si fuera una prostituta en sus ratos libres, por ejemplo, no podría quejarse de que intentaron violarla. Todavía no está claro para todos, que la violación es un acto de violencia extrema, que tiene que ver más con poder y humillación, que con sexo. Sin embargo, la mujer debe sentirse, además de agredida, culpable. Porque siempre será sospechosa de ser la tentadora, de llevar ropas provocativas, de exhibir comportamientos que prácticamente obligan al hombre a demostrar su superioridad sexual. Eva sigue siendo la culpable de todos los pecados del mundo.

De hecho y para demostrar lo que digo, se está jugando ahora con el hecho de que la camarera podría tener sida. El razonamiento lógico es el siguiente: como vive en un lugar donde viven personas VIH positivas, automáticamente ella debe ser portadora también, lo cual demuestra que ella no es tan inocente como quería presentarse (ser VIH positivo todavía lleva su carga de condena social, aparentemente, por más increíble que parezca). Poco importa el tipo de asalto sexual, con tal de suavizar la culpa de él. El honor del hombre siempre debe ser cuidado muy especialmente, más especialmente si es un hombre político.
Porque el hombre, por su parte, siempre es disculpable: sus instintos animales pueden más que su civilización, la carne es débil, uno es humano. Desde los días de Adán, si se come la manzana es porque Eva se la puso en la mano. Tan es verdad, que su esposa acude en su defensa:
Finalmente, me pregunto cuál es el peso de lo que la religión nos inculca: para empezar, desde el Edén la mujer es la primera pecadora, la responsable del pecado; por otra parte, la religión te permite hacer desastres, ya que después una confesión pública con acto de contrición y bula papal te dejan inocente y puro, listo para la próxima marramuciada.

Recientemente escuché defender la idea de que las mujeres que son violadas, son responsables por ponerse ropas provocativas. Eso es “como salir a la calle exhibiendo un reloj caro”; eso es “como agitar un trapo rojo frente a un toro”; eso es “como presentarle a un león enjaulado un bistec”. Excelentes ejemplos, maravillosas imágenes: dejando de lado lo que me toca como mujer convertida en un trozo de carne, está claro que el hombre se identifica tranquilamente con un ladrón con causa, o preferiblemente como una bestia sin límites, sin control sobre sus instintos más básicos y salvajes. Se jacta, incluso: eso lo hace “más hombre”. Ahí están Clinton, Arnold Schwarzenegger, y por supuesto los excesos lamentables el premier italiano, que se lleva la palma. Pero para los italianos, su hombría es lo más importante, una hombría que evidentemente se aloja en los testículos. Les parece espantoso castrar a un gato macho: mejor muerto que castrado; sin embargo, castrar a una hembra es en su opinión, mucho más sencillo y justificado.

En este marco de ideas, no queda más que aplaudir con entusiasmo la iniciativa SLUTWALK, surgida este mismo año en Toronto, a raíz de un comentario policial que demuestra que se sigue pensando que las mujeres son las culpables de ser violadas; pero me pregunto si algunos recalcitrantes lograrán entender el mensaje.

Una pequeña anécdota para terminar: de los últimos chismes sobre el destape del gobernador de California me entero por el vendedor de tostones en la cola del tráfico de las seis de la tarde para entrar a la Universidad Central. En una larga conversación filosófica promovida por la lentitud de nuestro avance, me cuenta que era guatemalteca, y que seguro ella había sido más cariñosa con Arnold que su esposa, y eso que la esposa es más bonita mientras la guatemalteca es fea, feísima. Su explicación lógica apoya y resume todo lo anterior más la idiosincrasia masculina: « Tú sabes: uno es humano », me repite, con un guiño. 

(lo siento, no hay poemas para este post)
Zeus seduce a Calisto, disfrazado de Artemisa.

EL CUENTO DE LA AGUJA

VASSILISSA, tan sabia como hermosa Y LA AGUJA

Volví a leer el cuento, para compartirlo con ustedes. Era uno de mis cuentos favoritos infantiles, dentro de un librito de cuentos rusos que en algún momento desapareció. Después (mucho más tarde) leí la versión y la interpretación de Clarissa Pinkola, la muñequita como la intuición femenina y la herencia que pasa de madre a hija, un legado que corre por vía matrilineal y que debemos aprender a oír y a alimentar, para que nos cuide. También me gusta su lectura del pago de humildad a la bruja (la cuarta luna, la anciana sabia). 

Este cuento incluye también unas labores, como la separación de distintos tipos de semillas, que recuerdan sospechosamente las tareas de Psique, quien a diferencia de Hércules que usa la fuerza bruta y por eso se tarda tanto, se hace ayudar por bestias menudas y un rosal. Y además es una versión femenina del mito prometeico de la búsqueda del fuego y la luz, así que es recomendable volverlo a leer (versión completa aquí). 

Esta vez, me llamó la atención, en este cuento de mujeres y sólo mujeres, la mención a las agujas y los alfileres. Las hermanas no necesitan ir al bosque –donde sabemos que ocurren las experiencias iniciatorias—porque las iluminan la luz de sus alfileres, la luz de sus agujas, como bien había previsto la madre. Lo que me remite a la antropóloga Mary Douglas (la misma del terrible De la souillure, certeramente traducido por Purity and danger), quien recupera la versión francesa del cuento de la Caperucita Roja (Estilos de pensar, ed. Gedisa 1998). Cuando el lobo se encuentra con la niña, le pregunta si va a irse por el camino de los alfileres o el camino de las agujas. Lo que ella elija no importa, pero la mención de estos instrumentos de costura (y aquí recuerdo la frase de Louise Bourgoise sobre las agujas, que sirven para herir y también para remendar) se refiere veladamente a los roles femeninos: los alfileres no tienen agujero, sirven para uniones transitorias; las agujas deben ser ensartadas y al emplearlas con pericia sirven para hacer uniones permanentes. Para confirmar esta relación, hay tradiciones que asocian los alfileres con el cortejamiento y la época del noviazgo. 

Al final del cuento, Vasilissa hila, teje, corta y cose (recordemos las Parcas o Moiras), es decir, pone en práctica esos instrumentos. Muchachas, ¡a sus agujas! De donde, sin querer queriendo, nacieron hace un año Miranda, muñeca de trapo, y su gemela oculta. No sé qué mensajes dirán al oído de mi intuición, pero coserlas y darles vida fue una preciosa experiencia levemente regresiva y llena de simpáticas sorpresas. Como tantos ejercicios creativos que nos recomendara  Julia Cameron

«I’ve always had a fascination with the needle, the magic power of the needle. The needle is used to repair the damage. It’s a claim to forgiveness.» 
Louise Bourgeois.

El libro completo Mujeres que corren con lobos.
(escrito el 31 de marzo, 2010)

EL OLOR DE LA GUAYABA


Inunda la nevera, inunda la estancia por la que pasa, dentro del cuerpo parece florecer y perfumar el aliento a flores. Es la cara amable de la selva, su generosidad, el sustento materno. Francesca me cuenta que cuando vino de visita en el siglo pasado, le llamaron la atención nuestras frutas: tan variadas, desconocidas, incomprensibles. Sus formas extrañísimas. Siempre escogía erróneamente, entrenada por su experiencia europea, las más tersas, las de mejor apariencia: la parchita en cambio debe elegirse arrugada; la guanábana, un poco ennegrecida; el plátano, mientras más podrido, mejor. Le parecieron feas y poco interesantes por fuera, todas verdes y marrones; monstruosa la lechoza, horrible el níspero, absurdo el mamón. Pero su belleza estaba por dentro, al abrirlas se expandía la magia: perfumes, sabores, delicadezas insospechadas. El interior revelaba un anaranjado violento, lleno de azúcares, igual que las flores enormes, grasas, coloradas, que trabajosamente logran abrirse, como proviniendo de un parto doloroso de la planta.

La selva también exhibe la crueldad de la madre Kali, la devoradora de sus hijos. Lo entendió muy bien Rómulo Gallegos, cuando habló del tremedal y de su oscuro poder de atracción. Es fácil ser tragado por el tremedal cuando se vive en el trópico. Lo entendió fatalmente Horacio Quiroga, y finalmente Gabriel García Márquez practicó su operación cosmética que hizo del vórtice ineludible una fantasía potable, poética, casi domesticada.
Cuidado: la selva no es domesticable.


LA SALVAJE

Entra por la ventana
tantea el aire y repta
largos brazos verdes puntas sensibles
enloquecida cabellera de medusa
alarga sus tentáculos
por las paredes
se retuerce sobre sí misma
detrás de los cuadros
enrollada en zarcillos anhelantes

Irrumpen lianas desbocadas crecen hojas oscuras
se descuelgan ristras de corolas blancas
cándidos anzuelos triunfantes
de profunda boca
muda

Gotas de resina pegajosa cristalizan
en las tapicerías coloniales
Llegan las filas de hormigas nerviosas
zumban los enjambres polinizadores
la zarigüeya anida entre las hojas
enseña sus dientes puntiagudos

Nuevas ramas sinuosas
empujan los cristales se enredan en las persianas
exigen más territorio
con frenesí de pulpo vegetal
imponen su reino de insectos

La invasión se consiente
por la ofrenda floral
cotidiana



JARDÍN ORIGINAL



Qué tiempos nos toca vivir. En sólo tres días, tres eventos mediáticos (o históricos, según): el matrimonio de los príncipes británicos, la canonización de Juan Pablo II y el asesinato de Osama Bin Laden. En este tipo de momentos, con competidores así de potentes en la lid (otro ejemplo en 1997, la Madre Teresa de Calcuta a cinco días de Lady Di), es interesante observar quién termina teniendo más peso, apuntando probablemente hacia donde señala la aguja magnética que mueve a un pueblo (donde para empezar habría tal vez que definir “pueblo”).

Me entero a mitad de la noticia, empiezo viendo una gran celebración, sin conocer la causa. Jóvenes eufóricos, ligeramente en trance, celebrando alguna victoria. Una alegría desbocada, salvaje. Pienso en una victoria deportiva. Un personaje encaramándose en un árbol, con un ajustado traje de bandera. Me ubico geográficamente, sigo sin entender. Pequeña divergencia vocabularia. Victoria: f. Superioridad o ventaja que se consigue del contrario, en disputa o lid. 2. Vencimiento o sujeción que se consigue de los vicios o pasiones (y luego podría hablar de etimología y de la victoria regia, esa operación alquímica apócrifa, que también es una planta ninfeácea que crece en las aguas tranquilas). 

Tengo la fortuna de conocer a uno de los últimos grandes sabios de este país, quien tuvo la generosidad de compartir conmigo al menos tres claves para acercarse a este evento: 
El sentido de la moral proviene de un balance entre el sentido de la justicia (donde triunfa lo masculino) y el sentido del cuidado empático, “care”, donde evidentemente destaca lo femenino. 
Reflexionar sobre qué privilegiamos, en distintos momentos de nuestra vida: a) entre objetos y personas; y más tarde, b) entre personas e ideas. 
De la importancia de enseñar a manejar dilemas, donde no hay una respuesta correcta. 

La más difícil es ésta: No se trata de tolerar, sino de alegrarnos de las diferencias. Que es lo que nos saca del Jardín del Edén. Y aquí está el dilema: ¿queremos salir del jardín?


La mejor patria es un jardín

Cómo se abrazan fracaso y triunfo

Cada hormiga con nombre y apellido

buenas cosas que hacer con libros

Del ADN de cada casa

Migajitas

  • 3 (1)
  • 4 (1)
  • 9 (1)
  • 8 (1)
  • 7 (1)
  • 2 (2)
  • 1 (6)
  • 12 (4)
  • 11 (5)
  • 10 (7)
  • 9 (4)
  • 8 (1)
  • 7 (4)
  • 6 (4)
  • 5 (5)
  • 7 (4)
  • 5 (3)
  • 4 (7)
  • 3 (4)
  • 11 (2)
  • 10 (6)
  • 9 (4)
  • 7 (5)
  • 12 (2)
  • 11 (1)
  • 9 (1)
  • 7 (1)

Otras hormigas